Hace unas semanas, la actriz Jamie Lee Curtis afirmó que le gustaría mucho ver a Coldplay en vivo, pero que sus conciertos, como casi todos, comienzan muy tarde. Curtis sugirió algo: conciertos matiné. Es una idea interesante, pero ¿es viable? Analicemos.
Seamos realistas, a muchos de nosotros ya nos están alcanzando los años, y la idea de estar en un lugar diferente a nuestras viviendas o camas en horas de la noche ya no es tan atractiva como lo era antes. En mi caso, la asistencia a conciertos se ha disminuido con el paso del tiempo, pues simplemente me da física pereza hacer largas filas y estar horas y horas de pie. Recuerdo la primera vez que vi a Metallica. Era mayo de 1999. El concierto comenzaba alrededor de las 8 p.m., sin embargo, decidí llegar al lugar del mismo a las 6 a.m. Tenía 18 años y el físico para soportar 12 horas de fila y luego otras tantas de concierto. Hoy, a casi cuarto de siglo de dicho evento, no hay opción alguna de que llegue a un concierto a la misma hora en la que los gallos comienzan a cantar. De hecho, a los últimos conciertos a los que he asistido, he llegado sobre el tiempo. Hace un mes, por ejemplo, entré al concierto de Def Leppard y Mötley Crüe 10 minutos antes de que comenzara. En 2016, los Rolling Stones comenzaron a tocar cuando yo apenas estaba entrando.
Hay quienes llegan/llegamos a los conciertos relativamente tarde ya sea por responsabilidades o por pereza de hacerlo antes. Otros, tal vez más jóvenes, lo hacen con horas y hasta días de anticipación. Incluso acampando en los predios del lugar. En el pasado, diferentes grupos hacían varias presentaciones en un solo día. En sus comienzos, los Beatles hacían unas 6 presentaciones por día, comenzando en horas de la tarde. ¿Por qué no hacer uno que otro concierto así? Pues bien, hay muchas cosas que, para bien o para mal, juegan en contra de conciertos diurnos. La primera es que serían imposibles de hacer entre semana. ¿Cuánta gente iría a un concierto un martes a la 1 p.m.? Seguramente muchos, pero no tantos como si fuera en la noche. Imagínense la cantidad de empleados pidiendo permiso para salir del trabajo temprano, y la cantidad de jefes bravos porque media oficina se quiere ir rápido al concierto de x artista.
Por otra parte, un concierto de día, a menos que sea en un lugar cerrado, pierde un gran porcentaje de su atractivo, pues probablemente no se usarían ni luces, ni láseres, ni pirotecnia, elementos que hacen, en resumen, que un concierto sea un concierto. Si han visto presentaciones de artistas en el verano europeo, seguramente habrán notado que estas suelen comenzar cuando aún no ha caído la noche. Se ve rarísimo. Otro elemento que hace poco viable llevar acabo espectáculos en horario martiné es la venta de alcohol, la cual disminuiría fuertemente en eventos diurnos, y -si el concierto es en un bar- a los dueños del establecimiento poco les va a interesar esto.
Si bien un concierto de día, diga usted que comience a las 7 p.m. y no a las 10 p.m. sería una belleza para quienes ya poco nos gusta trasnochar o tenemos obligaciones tempraneras el día siguiente, creo que estos nunca van a suceder y , por las razones ya expuestas, son muy poco viables. Tal vez, y esto lo he visto pasar en Colombia, algunas bandas puedan hacer dos presentaciones en un día. Una más íntima para seguidores menores de edad en horas de la tarde, y otra ,la principal, en horas de la noche. Estaría en manos de los músicos, y desde ya puedo ver a más de uno negándose a tocar dos veces en un día. ¿Ustedes creen que Mick Jagger y los Stones se le medirían a dos conciertos en un mismo día? Yo no creo. El impacto físico para el artista sería muy fuerte.
Mi querida Jamie Lee Curtis, creo que tendremos que seguirnos poniendo la 10 e ir a los conciertos en horarios habituales. Cada vez cuesta más, sí, pero son un sacrificio/incomodidad por un rato, y el júbilo por haber visto a un artista en vivo dura toda la vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¡Deja tus críticas, reclamos, flores, insultos aquí!