lunes, 27 de febrero de 2023

Def Leppard y Mötley Crüe en Bogotá (opinión)

 


El pasado sábado 25 de febrero hubo dos eventos en Bogotá. Uno de reggaeton, y otro de rock. Ambos relativamente cerca. En uno, los artistas que se presentaron no tenían músicos sobre el escenario, solo bailarines. Mientras que en el otro, el de Def Leppard y Mötley Crüe, los músicos la sudaban sobre el escenario, entregándose a su instrumento en un show lleno de energía y ejecutado de forma orgánica, con Rick Allen, baterista de Def Leppard, haciendo un emotivo e inspirador solo de batería...con un solo brazo. Rock 1-Reggaeton 0. Suficiente de hablar de reggaeton, ya me están dando náuseas. 

La última vez que Def Leppard estuvo en Colombia fue en 1997, y -de no ser por la pandemia- habrían regresado mucho antes. Por su parte, Mötley Crüe debutaba en el país. Como telonero de ambas bandas estaba Kraken, sí, sin Elkin Ramírez. Con el respeto que se merecen, no tuve ninguna intención de verlos, pues ese Kraken ya no es Kraken. Por ende, llegué a las instalaciones del parque Simón Bolívar 30 minutos antes del inicio de Def Leppard. Después de una fila larga pero rápida, en la que un personaje vendía "¡pepas, hierba, perico!", ingresé en sano juicio a la plaza de eventos del parque, que ya estaba a 10 minutos de recibir a la banda británica, como lo indicaba una cuenta regresiva en las pantallas del escenario. Cuando faltaban 10 segundos, varios de los presentes gritaban "10! 9! 8! 7! 6! 5!" casi como cuando uno espera la llegada de un nuevo año. En cuanto el conteo llegó a cero, las pantallas decían "take off!", señalando que era hora de que la presentación de Def Leppard despegará. 

La curiosidad era enorme por ver en qué estado se encontraba el cantante Joe Elliott, pues en horas de la mañana se confirmó la noticia de que estaba hospitalizado en la clínica Marly de Bogotá. Se temió lo peor. La cancelación de la presentación de su banda parecía inminente. Peor aún, se temía por su vida, ya que la clínica había dado las tenebrosas palabras "pronóstico reservado" para referirse a la salud del cantante. Después de lo sucedido con Taylor Hawkins el año pasado en la capital, el trauma nos llevó a creer en que eso podría volver a pasar exactamente 11 meses después. Pero ahí estaba Joe Elliott, parado en el centro del escenario como si no hubiera pasado la noche en el hospital siendo tratado por mal de alturas. Si bien el set de la banda fue un par de canciones más corto (con las dolorosas omisiones de Foolin' y Promises), Elliott estuvo impecable. Creo que yo estaba en peor estado. No desafinó una sola vez ni se le vio ahogado. El resto de la banda lo acompañó de forma impecable. demostrando con cada canción del repertorio, que son una máquina de hacer éxitos. Uno de los momentos más especiales de su show fue la pieza instrumental Switch 625, en la que el baterista Rick Allen, quien perdió un brazo en los 80, lo dio absolutamente todo. Pegándole a la batería como si nada. Potente y enérgico. Para completar, al final de esta canción, como si no hubiera ya demostrado que es un genio y una inspiración, nos regaló un breve solo de batería. ¡Un tipo con un solo brazo haciendo un solo de batería! Es de los más conmovedor que he visto no solo en un concierto sino en la vida. continúa después del video. 

9:55 p.m. se acercaba el otro plato fuerte de la noche: Mötley Crüe. el grupo de Nikki Sixx, Tommy Lee, y Vince Neil tenía la difícil tarea de mantener el fuego que sus colegas habían encendido sobre el escenario antes de ellos, además de no dejar caer el ánimo de un público que ya había dejado un porcentaje no menor de su energía. Con todos los himnos fiesteros que tienen los Crüe, era absolutamente imposible que el concierto se viniera abajo. Tal vez les costó un poco entrar en calor y compenetrarse con el público, pero en cuanto lo hicieron, su concierto fue candela pura. Al igual que Def Leppard, también demostraron que son una especie de rocola de éxitos. Wild Side, Shout at the Devil, Girls, Girls, Girls, Kickstart my Heart, entre muchas otras, pusieron a saltar, bailar, y gritar al Simón Bolívar, siendo Home Sweet Home uno de los puntos más altos de la noche, canción que puso a cantar a grito herido a todo el lugar y que le sacó una que otra lágrima a Nikki Sixx, quien -tras finalizar la presentación- subió un video en Instragram casi llorando y hablando de la enorme emoción que sintió tras tocar en Bogotá. 

Tommy Lee siendo Tommy Lee, ese personaje desparpajado y genuinamente rebelde, en un momento se dirigió al público para pedirle a las asistentes que mostraran sus pechos, a los que un puñado accedió para el deleite de los allí presentes. Vince Neil, quien ha luchado muchísimo con su voz y con las letras en los últimos años, dio una presentación más que digna. Se nota que se puso en la tarea de prepararse lo mejor posible. A priori, el factor que generaba más intriga de la presentación de Mötley Crüe era John 5, guitarrista que llegó a la banda para reemplazar en vivo a Mick Mars, quien decidió dejar los escenarios por problemas de salud. Cuando Mars anunció su retiro de las giras, tuve una leve decepción, pues su estilo de tocar y su pinta oscura y lúgubre son increíblemente cool, pero no tenía la menor duda de que su reemplazo la iba a romper. Así fue. En solo una ocasión recordé que Mick Mars no estaba en el escenario. Lo que perdieron con la partida de Mars, lo ganaron con la presencia vampirezca y voltaje de John 5, por no hablar de que el tipo toca todas las canciones con una precisión que da miedo. A pesar de haber tenido problemas técnicos en las primeras canciones (durante Live Wire su guitarra dejó de sonar) demostró que es el hombre correcto para llenar tan grandes zapatos. 

A pesar de los clásicos problemas de logística (filas que no son fila y que parecen no terminar, por ejemplo) y de sonido (tal vez el Simón Bolívar no es el mejor lugar para conciertos), y ni mencionar el tremendo susto que nos dio Joe Elliott, Def Leppard y Mötley Crüe -a pesar del paso del tiempo- tienen una energía envidiable (los tipos parecen de 20) y nos regalaron un 3 horas de las más hermosas que ha visto el país en materia de rock en los últimos años. 











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