Es esa época del año otra vez. Época en la que mis oídos pitan más de lo habitual por tanto oír música. Gracias a la facilidad que hay a la hora de acceder a nuevos contenidos musicales, la competencia por un lugar en mi tradicional lista de diez discos favoritos del año estuvo más reñida que nunca, con algo más de 40 álbumes en contienda e interminables horas analizando y digiriendo cada uno de estos. ¿"Cuál es su requisito para que un disco entre en sus favoritos del año?", me preguntaban hace poco. Lo que busco es lo que yo llamo "poder de permanencia", es decir, que los discos tengan algo que permanezca en mi memoria y alma, un algo que me haga volver a ellos a pesar de que hayan pasado años, décadas de ser lanzados. Los álbumes de este año que me dieron ese "algo" son los siguientes (sin ningún orden particular de preferencia):
Alter Bridge- The Last Hero
Sin ser un álbum de grandes éxitos, el quinto disco del grupo suena como un repaso por toda su carrera, desde sus sonidos más comerciales del álbum debut One Day Remains, pasando por el lado más pesado y oscuro de lanzamientos como Blackbird, creando así -y tal vez sin buscarlo- un sonido nuevo para la banda. La dinámica entre Myles Kennedy, cuya voz brilla en el disco, y Mark Tremonti y su talento subvalorado son una de las fuerzas más contundentes del rock comercial hoy.
Fiona Brice- Postcards From
Tal vez la entrada más extraña en la historia de este top 10. El primer álbum solista de Fiona Brice -conocida por su trabajo en estudio y en vivo con diferentes artistas, principalmente con la banda inglesa Placebo- es una colección de 10 canciones, cada una inspirada y llamada por una ciudad. Compuesto en un periodo de cinco años, Postcards From es una especie de registro de los viajes de Brice y los paisajes mentales y emocionales que cada ciudad le genera, todo plasmado a través de hermosas melodías de violín, piano, y -ocasionalmente- su propia voz.
The Cult- Hidden City
Pasaron varios años para que un disco de los liderados por Ian Astbury llamara mi atención. Tal vez este no sea un álbum innovador ni arriesgado, pero deja oír a Astbury y al guitarrista Billy Duffy-acompañados por John Tempesta en la batería- capturando algo de esa magia que habían perdido con la llegada del nuevo milenio. Las letras místicas de Astbury, así como su voz profunda y oscura, engalanan las 12 canciones del álbum, en especial Birds of Paradise, en la que se hace las veces de crooner al estilo Sinatra o Bennett.
David Bowie- Blackstar
Grabado en total secreto en Nueva York junto al co-productor Tony Visconti y con un grupo de músicos de jazz de la ciudad, el álbum 25 en la carrera del Duque Blanco salió el 8 de enero para coincidir con su cumpleaños. Apenas un par de días después, el cantante murió de cáncer, y los tonos, letras lúgubres, y videos del disco tuvieron sentido. Bowie sabía que su muerte estaba cerca y nos dejó un último y brillante lanzamiento, por no hablar de su carácter innovador, pues este -lejos de ser un álbum rock- experimenta con los sonidos del jazz y el hip hop.
Gojira-Magma
Antes de este año no conocía nada de este grupo francés más que su nombre y procedencia. Sin embargo, Kirk Hammett (Metallica) no ahorró elogios al hablar del sexto disco de la banda, lo cual despertó mi curiosidad. Lo que encontré fue una colección de canciones pesadas pero melódicas, letras oscuras inspiradas en la muerte de la madre de los hermanos Duplantier, y una serie de riffs los cuales deberían enseñar en institutos de música en la clase de Cómo Hacer Riffs 101. Una joya del metal moderno.
Iggy Pop- Post Pop Depression
En un año en el que hemos perdido a tantos íconos del rock, es un alivio tener aún entre nosotros a Iggy Pop. A comienzos de 2015, Pop contactó a Josh Homme (Queens of the Stone Age) para escribir música juntos. Después de varias semanas intercambiando letras e ideas, el dúo entró a estudio junto a Dean Fertita (Queens of the Stone Age, The Dead Weather) y Matt Helders (Arctic Monkeys), y grabaron el álbum 17 en la historia de Pop. Un álbum en el que la leyenda punk suena como cuando era joven: vital, energético y lleno de rabia. Si este disco, como se ha rumorado, es el último de su carrera, también sería uno de sus mejores.
Kings of Leon- WALLS
Es oficial: los Followill se cansaron de intentar gustarle de nuevo a sus fans que dicen que ya no suenan como en sus primeros discos y que les recriminan que ahora son un grupo grande que toca en gigantescos festivales y recintos alrededor del mundo. El séptimo disco del cuarteto estadounidense está lleno de canciones con coros hechos para ser cantados por miles, así como de letras melancólicas y nostálgicas que -con la voz de Caleb Followill- siempre encuentran una forma de mover mis sentimientos.
Metallica- Hardwired...to Self-Destruct
Ocho años pasaron para que el grupo de San Francisco lanzara el sucesor de Death Magnetic. La recompensa por la paciencia es un álbum doble de una hora y 18 minutos, uno de los más largos en la historia del grupo. Los sonidos de este se pasean básicamente por toda la discografía de Metallica, con canciones que recuerdan al thrash violento de sus primeros discos, pasando por su etapa más comercial y experimental de los 90. Es un álbum que, si bien puede resultar un poco extenso y se beneficiaría de tener un par de canciones menos, está diseñado para complacer a los fans de las diferentes etapas del cuarteto. Los integrantes del grupo- todos entrados en los cincuenta- no tuvieron miedo de lanzar un disco doble en una época en la que los discos parecen extinguirse, así como tampoco temieron a tocar tan rápido y duro como en sus años formativos. Me pregunto si se han preguntado cómo van a hacer para tocar estas canciones dentro de un par de décadas.
Radiohead- A Moon Shaped Pool
Llevaba años pidiendo a gritos que Radiohead dejara de lado tanta experimentación electrónica e hiciera algo diferente. Mis plegarías fueron escuchadas. Tal vez no es el disco convencional de guitarras distorsionadas al estilo de su discografía de los 90 que quisiera oír del grupo británico, pero al menos se desconectaron de los efectos y experimentación electrónica para dar paso a un álbum más orgánico. El noveno disco de Thom Yorke y su combo puede parecer aburrido y dormilón, sin canciones radiales y grandes coros (¿acaso Radiohead se ha caracterizado alguna vez por grandes coros y canciones pegajosas?), pero su belleza está en los meticulosos y hermosos arreglos orquestales. Un disco impecable.
Suede- Night Thoughts
A dos décadas del apogeo del brit pop, del cual Suede fue parte importante, el grupo inglés lanzó en enero su séptimo álbum y el segundo desde su reunión en 2010. Dejando de lado las presiones de ser uno de los abanderados del rock británico de mediados de los 90, el quinteto compuso el que puede ser su mejor disco hasta la fecha. Atrás quedaron las canciones hechas para satisfacer los intereses radiales y las letras sobre fiestas y adicciones, para dar paso a temas más trascendentales como relaciones fallidas y envejecer, así como a canciones más elaboradas en las que el grupo lleva su sonido a lugares desconocidos e innovadores para ellos, esto a través de estructuras musicales más complejas y densas.
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