miércoles, 12 de octubre de 2022

Guns N' Roses la Rompió, pero tocó para un MUY frío público en Bogotá

 


*si usted es de los que tiene los brazos alzados en un concierto, no para aplaudir o hacer la señal de los cuernos sino para sostener el celular mientras graba TODO el concierto, esta columna lo va a herir. 


Tal vez la historia de Guns N' Roses con Bogotá sea de amores y odios, específicamente por aquel caótico concierto de 1992, el cual terminó antes de tiempo y tuvo todo tipo de imprevistos. Sin embargo, ayer, casi 30 años después y tras visitar al ciudad en 2010 con una alineación distinta, Axl, Slash, y Duff nos dieron un hermoso momento de reivindicación por los pecados cometidos tres décadas atrás.

La noche comenzó con la música de Aterciopelados, un grupo emblemático del rock nacional y bogotano pero que fue fuertemente criticado cuando se reveló que serían los teloneros de los Gunners. Andrea Echeverri, su carismática líder no ocultó su enfado y posiblemente se estaba desquitando con el público y con el mismo grupo al cual le abrían. Palabras como "los gringos están chéveres, pero aja, no nos dejaron ni probar sonido los hijueputas" y "canten a ver, no sean mamones", dificilmente demuestran la actitud correcta ante la oportunidad de presentarse ante 40.000 personas en un evento de tal magnitud. Eres una crack, Andrea, pero esa no era la jugada. 

No sé si Aterciopelados dejó al público caliente o, me sabrán disculpar, emputado. El caso es que a las 8 pm, con una puntualidad que no tenían en sus años mozos, Guns N' Roses saltó al escenario para encender -o por lo menos tratar de hacerlo- al estadio El Campín. El bajo de It's So Easy dio inicio a tres horas de música épica en la que el grupo estadounidense dio un repaso exquisito por toda su discografía. Uno podría discutir hasta el cansancio la lista de canciones, que faltó esta y que no hubieran toca esto y mejor hubieran metido tal otra, pero lo cierto es que no faltó un solo clásico, y sacaron una joyas hermosas como Coma y Double Talkin' Jive, por nombrar solo dos. Canciones como Welcome to the Jungle, November Rain, Patience, Don't Cry (en la que lloré, irónicamente) y Paradise City fueron las más coreadas por los asistentes al concierto. Asistentes que, hay que decirlo, estaban más fríos que el iceberg que hundió al Titanic. 

Mientras los integrantes de la banda estaban sobre el escenario partiéndose el lomo y sudándola, la gente estaba más preocupada por lograr el ángulo perfecto en un video de mala calidad y con un sonido perverso. Cada vez que Guns tocaba un clásico, todo el estadio sacaba su celular y veía el concierto a través de una pantallita. No soy nadie para decirle a la gente qué hacer o qué no, pero ¿no creen que pagar casi un millón de pesos para vivir tan apoteósico concierto por un celular es una absoluta tristeza? Antes de iniciar el concierto, tomé un par de fotos al logo de Guns N' Roses que estaba en las pantallas, pero en cuanto el grupo tomó el escenario lo guardé y me dije "voy a vivir este concierto como si estuviéramos en 1992". Muy seguramente era el más "sollado" de todo la sección VIP (excepto por personas que estaban tan alicoradas que los tuvieron que sacar en brazos). Estaba tan metido en el concierto y dando todo de mí para responder adecuadamente al derroche de energía que venía del escenario, que la gente me miraba como si estuviera haciendo algo raro. Claro, como no tenía el celular en la mano, no estaba actuando normal según su visión 2.0 de cómo vivir un concierto. 

Guns N' Roses es un grupo del que estoy literalmente enamorado desde los 11 años -y ya estoy en mis 40- y no pensaba desperdiciar la oportunidad de tenerlos tocando para mí mientras le drenaba la batería al celular grabando todo el concierto. Quería vivirlo, pero vivirlo de verdad, ahí, en el estadio, gritando, cantando, saltando, como debe ser, no con mis ojos pegados a una pantalla. 

En todo caso, Guns N' Roses se lució. !Qué pedazo de banda! Slash es un dios de las seis cuerdas, Axl -quien es considerado como un punto débil- lo hizo muy bien y le pone unas ganas y un esfuerzo que resultan conmovedores. Y ni hablemos de la personalidad y actitud punk de Duff. A diferencia de 2016, cuando la gira de reunión de ellos tres apenas arrancaba, la banda está mucho más "aceitada" y la química ha aumentado considerablemente. Solo una bandota puede llenar El Campín dos días seguidos. independientemente de la actitud del público, ellos hicieron su trabajo. Vinieron con la intención de patearnos el trasero, y cumplieron. ¡Larga vida a Guns N' Roses!









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