jueves, 2 de mayo de 2019

Metallica y Su Primera Visita a Colombia


Un 2 de mayo de 1999 el cuarteto de San Francisco se presentaba por primera vez en territorio colombiano. El número de asistente nunca lo he tenido claro. Algunos dicen que hubo 30.000 almas en el Parque Simón Bolívar, otros dicen que fueron 90.000. Lo que sí sé es que ha sido uno de los conciertos más apoteósicos que se han visto en el país.  

Por aquel entonces la imagen del país era muy negativa. 20 años después no es difícil ver cómo hemos cambiado como sociedad. Nos falta, pero ahí vamos. Que Metallica viniera era algo que parecía nunca iba a suceder. Yo estaba en la universidad y recuerdo ir caminando a mi apartamento cuando en una camioneta sonaba una canción del grupo, Turn the Page, y el DJ interrumpió para anunciar algo. No pude oír bien, pues seguí caminando y alejándome del vehículo. Pero en cuanto llegué a casa mi mamá me dio la noticia. No lo podía creer. Uno de mis grupos favoritos iba a venir. ¿A Colombia? Era increíble, pues por estas tierras no pasaba nadie. O bueno, todos pasaban derecho en su camino a Argentina, Chile o Brasil. Colombia era una ruleta rusa y ningún artista quería tener problemas con la precaria seguridad del país. El panorama de conciertos aquí era tan pobre, que el último gran concierto había sido Def Leppard en 1997. Antes de ellos Elton John y Bon Jovi estuvieron en 1995. INXS en 1994 y Guns N´Roses en 1992. 

La venta de boletas fue un caos. No había orden alguno y a estas se podía acceder acercándose a unas cuantas distiendas y rezar para que aún hubiera existencias. Yo estuve el día que salieron a la venta desde las 6am haciendo una fila interminable, todo para llegar a la puerta de la tienda a las 4pm y que un tipo que trabajaba ahí dijera "las boletas de platino (la mejor localidad) se acabaron. De pronto mañana llegan". Yo pensé: "mierda. No puedo quedarme sin ver a estos tipos". ¿Qué hice? Fácil. Capar clase otra vez al día siguiente para ir a otra tienda. Fui con un amigo. No había casi nadie haciendo fila, pues el rumor era que ya las boletas de platino estaban agotadas, pero no era así y pudimos comprar las nuestras. Mi felicidad era indescriptible. Al salir de la tienda me monté en un bus con la boleta en el bolsillo, todo el tiempo tocándola y protegiéndola como si se tratara de mi vida, y -de cierta forma- se trataba de mi vida. (continúa después de la foto)


Dos meses después por fin llegó el gran día. La entrada al concierto fue un desorden total. Muy a la colombiana. Gente corriendo, saltándose barreras de seguridad, colándose, etc. Confieso haber saltado por encima de un policía que estaba en el piso cuando la multitud salió a correr para ganarse unos puestos en la fila y estar más cerca al escenario. La logística era tan deplorable que la fila pasaba por encima de un puente peatonal. ¡Un puente peatonal sosteniendo a varios cientos de personas! Por si fuera poco, cuando estábamos en el puente por los parlantes tuvieron la brillante idea de poner One. En la parte pesada de la canción todo el mundo comenzó a saltar y el puente a sacudirse como un edificio en un terremoto japonés. Pensé que el puente se iba a caer y me iba a tocar ver a Metallica desde el cielo. Finalmente pudimos entrar y ver a la Pestilencia, cuota colombiano en el concierto, par después ver a Fanny Mickey (gran impulsora de la cultura en Colombia) decir algo así como "¿Están listos para Metallico?". Sí, ¡Metallico! Los chiflidos y otras muestras de gaminada chibchombiana no se hicieron esperar.  


A las 7:20 de la noche y recién bajados del avión (así de mala era la imagen del país que el grupo no quiso quedarse más tiempo del necesario) Metallica subió al escenario para patear el trasero de todos los allí presentes. Pogos, saltadera, gritos y mucho calor fueron los protagonistas del concierto, y -por supuesto- el brutal setlist que James Hatfield, Lars Ulrich, Kirk Hammett y Jason Newsted nos ofrecieron. Un hermoso paseo por toda su discografía. Finalizado el evento y con una sensación de júbilo inmortal y agotamiento extremo volví a casa con el alma llena y el sueño cumplido. Al día siguiente tenía clase de 7am, pero no pude ir. No había una zona de mi cuerpo que no estuviera azotada por el dolor y la exigencia física que representa un concierto de Metallica. Mi cuello seguía doliendo de tanto headbanging una semana después. si bien Metallica ha venido varias veces después de esa ocasión (¿4, 5? Ya perdí la cuenta), esta  siempre será sin duda la más memorable. 






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