Hace exactamente 10 años salió al mercado el
octavo álbum de Metallica: St. Anger. Un disco que casi no sale. Un disco que,
a decir verdad, no debió salir. Las sesiones de grabación de St. Anger fueron
realmente tormentosas, una novela. No, en serio. Posterior al lanzamiento del
disco, el grupo lanzó la novela disfrazada de documental Some Kind of Monster,
la cual muestra abiertamente lo disfuncional que era el grupo por aquellos
días. Ver esa novela -perdón, documental- da pena ajena. Los cuatro integrantes
de Metallica con un psicólogo/niñera pegado a ellos las 24 horas del día
tratando de evitar que peleen y que entienda las razones de sus rabietas. Ni
hablar de la escena en la que Dave Mustaine –exintegrante de la banda y líder
de Megadeth- llora junto a Lars Ulrich (baterista del grupo) al recordar lo que
fue su salida del grupo a comienzos de los 80. Pena ajena. Pero bueno, Some
Kind of Monster no es el tema que nos concierne, realmente. Si quieren, véanlo.
Aunque recomiendo que no lo hagan.
El 5 de junio de 2003, Metallica terminaba la
espera de millones de fans sedientos de música nueva. El ultimo disco de
material original, ReLoad, había salido en 1997. Ya era hora de algo nuevo. La
expectativa era enorme. Sobre todo porque con sus dos álbumes anteriores, el
cuarteto de San Francisco había bajado el volúmen y velocidad de sus canciones.
Los días de thrash habían quedado
atrás, muy atrás. Sin embargo, según Ulrich, las canciones del disco eran
pesadas y llenas de mucho metal. Seguidores alrededor del mundo se ilusionaron
enormemente, esperando algo que sonara similar a Master of Puppets. Pero no fue
así, y la desilusión no fue cualquier cosa.
Primer sencillo del disco: St. Anger. Más de 7
minutos de Hetfield cantando (terriblemente desafinado, a propósito) y
exorcisando sus demonios, acompañado de una producción terrible, un bajista
improvisado (Bob Rock –también productor del álbum- quien tuvo que llenar el
vacío dejado por Jason Newsted unos años atrás), una batería que sonaba como
tarros de galletas, y –tal vez lo que más ofendió a los fans- cero solos de
guitarras. Esa, mis queridos lectores, es la base sobre la cual gira el disco.
Once canciones en las que queda clarísimo que la química escaseaba en el grupo.
Si quieren saber cómo suena una banda cuyos cimientos están apunto de colapsar,
oigan este disco. Para muchos, el peor de Metallica. Lo que se nos vendió como
un álbum del más puro y clásico metal, fue más bien uno de nü metal, sonido que
estaba de moda por esos días. No en vano, Metallica salió de gira con Limp Bizkit,
KoRn y Deftones, algunos de los representantes de dicho subgénero.
Hay discos que no son comprendidos en el momento
en que salen, pero el tiempo los convierte en joyas ocultas de la música. Una
década ha pasado del lanzamiento de St. Anger, y ese no es su caso. Quién sabe,
tal vez en 2023 su status sea diferente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¡Deja tus críticas, reclamos, flores, insultos aquí!