En los últimos años varios artistas han tenido ciertos roces con la popular aplicación de música. Ahora, parece que dichos artistas han encontrado en Neil Young al abanderado de su causa.
Unas semanas atrás el legendario músico canadiense desató una controversia épica al retirar su música de Spotify, privándonos del enorme placer que es escuchar canciones como Rockin' in the Free World, Old Man, Harvest Moon, entre otras tantas. ¿La razón? El podcast de Joe Rogan, en el que su conductor, según Young, incentiva los sentimientos antivacunas para el COVID-19 y propaga información falsa. Un asunto que nada tiene que ver con la música. Sus antiguos compañeros de banda en Crosby, Still, Nash & Young, así como su gran amiga Joni Mitchell, han amenazado con quitar su música de la popular aplicación como gesto de apoyo a su colega. Pero, ¿que hay realmente detrás de todo esto?, ¿Es la propagación de falsa información sobre la pandemia la verdadera razón del escándalo?
Daniel Ek, CEO de Spotify, ha sido bastante tibio en sus declaraciones y acciones. Lo único que ha hecho es quitar alrededor de 100 episodios del podcast de Joe Rogan en los cuales el podcaster hace comentarios racistas y fuera de tono, pero no ha removido la causa del problema con Young: la desinformación sobre el coronavirus. En otras palabras, le importó un pepino la música y continúa apoyando a la pseudociencia. Seguramente le trae mucha audiencia e ingresos monetarios a la plataforma, y eso no lo quiere sacrificar. Sacrificó la ética y la responsabilidad social en favor del negocio. Ahora, ¿en qué mente cabe que un don nadie como Rogan sea más valioso culturalmente que un ícono de la música como Neil Young?
En cuanto a la respetable postura de Young, tal vez resulte un poco excesiva. Aprecio que quiera hacer algo positivo frente a la crisis social y sanitaria al hacer que su voz sea escuchada, pero a veces tenemos que dejar que los idiotas sean idiotas sin que ellos modifiquen nuestras conductas o hábitos, máxime cuando el resultado de nuestras acciones causa un daño colateral en otros, en este caso en sus seguidores, quienes nos hemos visto forzados a buscar su música en otros lugares o a dejar de oírla, lo cual, si me preguntan a mí, es una tragedia. A propósito, Apple Music, en un acto de malicia indígena, ahora se hace llamar "la casa de Neil Young". Pobrecitos, siguen sin entender que llegaron a la competencia del streaming musical unos cuantos años tarde.
Si bien creo que Young tiene nobles y buenas intenciones con sus reclamos, me parece también que estos son una cortina de humo para no aceptar el verdadero problema: el resentimiento que tienen a Spotify por no pagarles lo suficiente. Y tiene razón, los artistas reciben una cifra irrisoria cada vez que su canción es escuchada por alguien. Por no hablar de la cuestionable regla de no pagarles a menos que sus canciones sean escuchadas por mínimo 30 segundos.
Espero que Ek y sus encorbatados colegas en Spotify recapaciten y escojan el arte por encima de un pelotudo racista y difamador. Mientras tanto, ¡sigamos roqueando en un mundo libre!
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