Cuando la noticia de la
separación de R.E.M. llegó el pasado miércoles en la tarde, me sorprendí.
Siempre pensé que un grupo como ellos jamás iba a retirarse, que seguiría
lanzando disco tras disco, haciendo gira tras gira, pero todo tiene su final y,
como bien lo dijo Michael Stipe en comunicado oficial, “La habilidad en ir a una
fiesta, está en saber cuándo es tiempo de irse”. Algunos querrán entrar en
controversia y decir que ese “tiempo de irse” era 1997, cuando Bill Berry,
baterista original, se retiró. Otros afirmarán que R.E.M. debió separarse
después de lanzar Document en 1987, último álbum lanzado de forma independiente
y antes del éxito masivo y mundial que alcanzarían con Green y el aclamado Out
of Time de 1991. La verdad es que nunca hay un momento correcto o incorrecto
para terminar una banda, mucho menos en el caso de una como la que integraron
Michael Stipe, Mike Mills, Peter Buck y Bill Berry. ¿Se imaginan si en 1987 el
entonces cuarteto hubiera decidido no seguir adelante? Hoy no disfrutaríamos de
canciones legendarias como Losing My Religion, Man on the Moon, Everybody
Hurts, entre muchas otras, o nos hubiéramos perdido de la densidad y amargura
de canciones como Leave, del oscuro, experimental y exquisito New Adventures in
Hi Fi de 1996.
La discografía de R.E.M. es
increíblemente interesante, de principio a fin. Incluso en la década de los
2000 cuando, en vez de jubilarse, continuaron grabando. Sí, es cierto que los
discos de dicha década carecen de aquellos grandes éxitos comerciales que los
hicieron famosos. Oír un álbum como Reveal (2001) o Accelerate (2008) podía ser
casi tortuoso si se intentaba buscar el lado comercial, pero enormemente
gratificante al conectar con la sensibilidad de melodías y letras de canciones
como Imitation of Life y I´ll Take The Rain. Incluso su más reciente
lanzamiento, ahora el último, es bastante divertido, variado, en él se puede
apreciar a un grupo temerario y dispuesto a explorar a pesar de tener ya 14
discos a cuestas. De no ser por la precaria y, en mi opinión inexistente,
televisión musical de la actualidad, un video y una canción como Überlin habría
sido gigante, un clásico instantáneo.
Ahora el mundo se quedó sin
una de sus bandas top, una FUNDAMENTAL (sí, con mayúsculas) para la historia
del Rock, tanto así que Kurt Cobain afirmó a comienzos de los 90 que R.E.M. era
el grupo “perfecto”, el grupo que él quería que Nirvana fuera. Michael Stipe
era su ídolo, incluso ambos tenían planeado trabajar juntos cuando,
infortunadamente, Cobain fue encontrado muerto, curiosamente con un disco de
R.E.M. -Automatic For The People- en su equipo de sonido. La influencia de la
banda de Stipe es de proporciones dantescas, el Indie Rock actual y el Rock
Alternativo de los 90 no habrían sido lo que hoy son sin el “empujón” de R.E.M.
en los 80 cuando, con las uñas y apoyados de la radio universitaria,
demostraron que se podía ser cool,
interesante y, lo más importante, que se podía tener éxito sin verse obligado a
venderse al sistema, sin tener el pelo lleno de laca, spandex, guitarras
rosadas o pantalones de leopardo. No, no tengo nada contra el Glam.
R.E.M. no sólo cambió las
reglas del juego, inventó unas propias. Sus primeros pasos se dieron cuando la
escena de la música no era otra cosa que Thrash y New Wave. El éxito comenzó a
llegar cuando todo era Glam. Su masificación sucedió cuando el Grunge estaba
por doquier. Su status de grupo grande y legendario les fue otorgado cuando el
Rock era gobernado por el nü metal, el renacer del garage y el pop punk. R.E.M.
siempre encontró la forma de ser relevante, a pesar de que su sonido no
estuviera encasillado dentro de ninguno de los movimientos de moda.
No son muchas las bandas que
cambian la historia, dejan huella y permanecen siempre vigentes, R.E.M. era, es
y siempre será una de ellas. Hasta siempre y adiós, R.E.M.
"Where is the road I follow? To leave, leave......"
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