Era el verano de 1999 cuando Limp Bizkit estaba a punto de iniciar su presentación en Woodstock. Después de una presentación dormilona de Alanis Morissette (nada contra ella. Es una gran artista) era el turno del grupo liderado por Fred Durst. Desde que pisaron el escenario se sabia que la iban a romper y que algo especial estaba por suceder, y así fue. Dejando de lado el caos en el público y centrándonos en la presentación de la banda, el show fue un acto del voltaje nü metal que representaba Limp Bizkit, y se vio venir desde que Sam Rivers saludo al público mostrándoles el dedo de medio de ambas manos. Yo era un chiquillo de 17 años y pensé "esto va a estar bueno". Mucho trabajo me costó hacer la transición entre los grupos que marcaron la primera mitad de los 90 y aquellos como Limp, Korn, y Rage Against the Machine, que hicieron lo propio en la segunda. Su presentación en Woodstock fue mi antes y mi después.
Sam Rivers, como el mismo grupo lo describió tras su prematuro fallecimiento, era "el pulso" de la banda. Sus canciones, fuertemente influenciadas por el rap y el hip hop, necesitaban de un bajista que pudiera llevar el ritmo mientras también se pegaba su buena rockeada. Temas como Stuck, Rearranged, The Truth, Take a Look Around, y Nookie, por nombrar solo algunos, no vibrarían tan alto de no ser por sus líneas de bajo.
Vuelta alto, Sam. Gracias por compartir tu talento con nosotros.